lunes, 10 de noviembre de 2025

Recibimos el Premio Solidario Memorial Inés Marcos Valero

El sábado 8 de noviembre Asocastrona estaba llamada a vivir un día especial en el centro de acogida de animales La Era de las Aves, de Fresno el Viejo, lugar en el que se celebró el acto de entrega de los Premios Solidarios “Memorial Inés Marcos Valero”, certamen en el que Asocastrona fue galardonada con el Premio Solidario en la Categoría de Asociación Solidaria.

Sin duda este día quedará prendado en el hipocampo de las y los asistentes como un día especial, lleno de emociones, sentimientos encontrados y ambiente de convivencia y solidaridad dentro de un espacio único como es La Era de la Aves, entidad organizadora del evento. Al frente del proyecto, Enrique Marcos Sánchez, alma mater del parque quien dedicó al principio del acto unas bonitas y emotivas palabras a su hija Inés Marcos, incondicional amante de los animales del parque, fallecida dos años antes.

El premio de Asocastrona fue recogido por Enrique Seoane, presidente de la asociación, quien trasladó el agradecimiento de todos los socios y socias por ser galardonados con este premio solidario. Seoane puso de manifiesto la solidaridad que se respira dentro del parque La Era de las Aves y mostró su admiración por Enrique Marcos, gran persona de la que afirmó “es de las que su paso por el mundo hacen de este un lugar mejor”.

El acto, que fue presentado por la bióloga Nayeli Jijon, estuvo amenizado por el cantautor salmantino Juan Carlos Prieto, quien deleitó a los presentes con sus creaciones musicales llenas de compromiso social y medioambiental.

Los premios constaban de nueve categorías y este es el listado de ganadores del I Certamen de Premios Solidarios “Memorial Inés Marcos Valero”:

-          Categoría Medios de Comunicación: Javier Serrano, de Telemedina, de Medina del Campo (Valladolid).

-          Categoría Aportacion de Alimentos: María Jesús Y Flia, de Velascálvaro (Valladolid).

-          Categoría Centro De Recuperación: Centros de Recepción de Animales Silvestres de Villaralbo (Zamora).

-          Categoría Voluntario: Alfonso González y Pilar Durante, de Medina del Campo (Valladolid).

-          Categoría Protectora: Pacto De Lealtad, de Salamanca.

-          Categoría Asociación: Asocastrona, de Castronuño (Valladolid).

-          Categoría Empresa: Folder, de Medina Del Campo (Valladolid).

-          Categoría AMPA: AMPA Ortigosa del Campo, de Segovia.

-          Categoría Colegio: Colegio San Agustín, de Valladolid.

Tras el acto se visitó la zona de ampliación del centro de acogida, que estará terminada y en uso en torno al mes de febrero. Para finalizar se celebró un ágape y los miembros de Asocastrona asistentes aprovecharon para pasar en el parque una bonitas horas de convivencia en un lugar que invita a disfrutar de la belleza de la vida animal. No faltó la visita a Nuño, el buitre que Asocastrona apadrina desde el año 2021 y que está realmente precioso.

Muchísimas gracias a Enrique y a todo el equipo de La Era de las Aves por pensar en Asocastrona para este reconocimiento y por supuesto, por dedicar tantos esfuerzos a cuidar tan bien de los animales que acogen.










sábado, 1 de noviembre de 2025

Sembrando saberes con Eduardo Perote


Muchos filósofos y científicos aluden a la paciencia como una de las características necesarias para promover el conocimiento. Según San Agustín, "La paciencia es la compañera de la sabiduría". Otro ejemplo, que ha llegado incluso a nuestro refranero, es la frase "la paciencia es la madre de la ciencia", atribuida comúnmente al filósofo chino Confucio.

Con la actividad del pasado sábado 25 de Octubre, en Asocastrona pudimos comprobar, una vez más, que tener paciencia nos es favorable y nos da frutos de sabor intenso que dejan dulces recuerdos y hacen que nuestro hipotálamo se descontrole y nos pida más de muchas de nuestras actividades.

Este fue el caso de la actividad  con el ingeniero forestal Eduardo Perote, un activista de la sostenibilidad lleno de saberes sobre agricultura, medioambiente y mundo rural.

La lluvia impidió realizar el paseo didáctico programado por la reserva natural, aunque fue sustituido por una conferencia en interior que resultó ser una clase magistral de lo más interesante y que tuvo como eje central la experiencia de la Asociación El Prau de Luyas en el medio natural y la importancia de proteger la biodiversidad. Obviamente, la biodiversidad da riqueza natural, pero lo más importante, la biodiversidad salva las cosechas y plantas, genera resistencia ante enfermedades y plagas y fortalece  los cultivos. Como en los seres humanos, la diversidad genética crea una protección natural frente a las enfermedades y deterioro provocado por la endogamia y la repetición cromosomática.

Entre las infinitas actividades de esta asociación, de la que Eduardo Perote es el alma mater -  y pater, me atrevo a decir - , supimos de sus múltiples actuaciones de reforestación en el territorio, con plantas y árboles autóctonos,  en aras de recuperar nuestra masa forestal y fomentar la biodiversidad que nos protege. Perote nos recordó el proverbio chino: El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora. Una buena filosofía, sin duda.

Estas plantaciones no se hacen al azar, sino aprovechando las zonas erosionadas por las escorrentías provocadas por las fuertes lluvias, lo que tiene doble función: asegura el terreno mediante las raíces de los árboles plantados, que a su vez, obtienen más agua de forma natural y sostenible, tan necesaria para que el crecimiento de la nueva planta tenga éxito y consiga llegar a buen puerto.  Este es el caso de la plantación de Olmo Ibérico, resistente a la grafiosis, un árbol tradicionalmente ligado a las plantaciones de vides, ya desde los romanos.

Todo encaja. En Castronuño, el número de olmos, o negrillos, es muy considerable, aunque por desgracia, no llegan a la edad adulta debido a la grafiosis . Por otra parte, en las catas didácticas que Asocastrona ha realizado con otro gran conocedor de nuestro pueblo y defensor de la biodiversidad, el viticultor local Esteban Celemín nos ha hecho sabedores de la importancia y extensión del cultivo del viñedo en Castronuño. Está claro, todo tiene su razón de ser.

Entre las variopintas actuaciones en la naturaleza realizadas por la Asociación El Prau de Luyas, Perote nos comenta la recuperación y nueva creación de balsas de tamaño pequeño, y nos recuerda que lo micro da resistencia y belleza, totalmente avalado por el hecho de lograr criar cangrejo autóctono en esas mismas balsas.

La recuperación de chozos de pastores y la poda de pinos dejando las ramas podadas en el pinar de suelo degradado para proteger el suelo de la erosión. Murales con orquídeas terrestres para embellecer el pueblo, que además de ser bonitas , son plantas beneficiosas y  abundantes en el entorno de Piñel de Abajo. Ferias de Mermeladas, membrillos, cuajadas y cata de manzanas.

Es de destacar la plantación de trufas de verano que, a lo tonto a lo tonto, se ha convertido en la mayor plantación de trufa de verano de Europa. Y ya de paso, observando su campo, se vio que tenían una zona con alto número de mariposas, así que, la consecuencia era clara: catalogación y señalización de la Reserva de mariposas, porque eso sí, todo debe estar acompañado de un bonito cartel señalizador, que complete y realce la actuación, consiguiendo que el trabajo realizado no pase desapercibido.

Y si piensan que el número de actuaciones queda corto, no se relajen, todavía podemos descubrir las dotes constructoras de las personas que componen el Prau de Luyas a través de la visita a “La caseta de Luis”, o en su banco de pensar y crear,  su majestuoso “Banco de las cuatro estaciones”, a base de plástico, madera hormigón y hierro. En este sentido, no podemos olvidarnos de su último gran proyecto, la recuperación de dos casas ruinosas mediante trabajo voluntario destinadas a nuevos pobladores. Sin duda, una acción que deja ver el compromiso social y las altas miras de unas personas que quieren luchar por mantener vivo su pueblo. ¡Grandes!

291 Plantas melíferas

Al final de la ponencia, Perote ha presentado su libro “291 plantas melíferas”, un trabajo exhaustivo sobre la flora del entorno de Piñel de Abajo, pueblo del autor y de la provincia de Valladolid. El libro es considerado como el que más contenido tiene sobre el tema, no sólo por el nivel fotográfico que muestra, sino porque ,además, cada planta está fotografiada con su abeja. Todo lo recaudado por la venta de ejemplares se destina a la financiación de proyectos de la asociación El Prao de Luyas.

Durante esta segunda parte de la charla, nos enteramos que se han perdido el 70% de los insectos polinizadores, con lo que peligra nuestra cesta de la compra. De nuevo la importancia de lo Micro, los insectos y la biodiversidad. Por ejemplo, y ya que somos tierra de vino, deberíamos conocer que las avispas, con las levaduras que habitan su intestino, son interesantes en el cultivo del viñedo y la producción del vino.

Con la frase de Cicerón: “La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”, Eduardo Perote reflexiona sobre la PAC y  las modernizaciones que han dejado el campo sin agricultores. Paradójicamente, antes 40 hectáreas eran suficientes para que un agricultor viviera de su profesión, mientras que ahora es una cantidad insignificante, lo que ha dejado a los pueblos sin agricultores, o como mucho un agricultor por pueblo.

La agricultura, nuestros alimentos, nuestro futuro se ve altamente perjudicada por el uso de unos pesticidas que matan el suelo productivo, fabricados con los mismos productos químicos sobrantes de las bombas de la II guerra mundial que mataban personas. Todo para producir un exceso de alimentos, de peor calidad por ser recolectados en verde, con pérdida de vitamina C y hierro, entre otros, lo que genera enfermedades en nuestros organismos. No podemos tener tomates todo el año, tenemos que ser consumidores concienciados.

La charla no podía finalizar sin la mención al cultivo del tomate y su evolución histórica, desde el insignificante tomate silvestre de Perú, que pasa a Méjico, donde se hibrida y se hace más grande para volver a Perú. De nuevo vuelve a Méjico, donde se usa para bajar el picante de los chiles. Cuando el tomate llega a Europa, lo hace como tomates tipo cherry amarillo, pero es una planta solanácea, venenosa, y no lo dan importancia.  Luego, su ingesta se pone de moda entre los ricos, a los que envenena por la reacción con los platos de níquel que usan, ya que genera plomo. Curiosamente, los pobres, que usaban platos de barro, fueron los que extendieron su uso.

Los asistentes también pudieron adquirir lotes de tomates de gran variedad, puesto que Perote cultiva 1.300 variedades de este rico producto hortícola.

Al finalizar las y los asistentes han podido degustar un maridaje de ricas viandas con origen en Castronuño y Piñel: Mollete, chorizo y ricos tomates variopintos.

Una mañana de 10 con un invitado de 20, de los que dejan huella desde el primer momento, sobre todo si te predispone con una frase inicial que encierra un principio filosófico tan convincente y acorde con los objetivos fundacionales de Asocastrona:

 “Repoblar los montes y poblar las inteligencias constituyen los dos ideales que debe perseguir España para fomentar su riqueza y alcanzar el respeto de las naciones. Ramón y Cajal.1921”. 



















 

lunes, 11 de agosto de 2025

12º Festival Multicultural de Asocastrona 2025: Cultura, Tierra y Paz para un Mundo Nuevo

No es casualidad que este festival nazca y crezca en Castronuño. En un planeta acelerado, donde la inercia de la codicia ha convertido ciudades y campos en mercancía, nuestra ribera del Duero se mantiene como un reducto donde la vida todavía se mide por el amanecer sobre las aguas, el canto estacional de las aves, la cadencia de las faenas agrícolas. Aquí, la palabra “cultura” conserva su raíz: cultivar. Cultivar la tierra y cultivar la dignidad humana son, en el fondo, un mismo acto.

El 12º Festival Multicultural de Asocastrona se inscribe en esa tradición. No se trata de un simple evento artístico, sino de un gesto consciente contra la barbarie. En un mundo donde aún se cometen genocidios, donde Gaza es hoy nombre de dolor y resistencia, reunirnos para escuchar, aprender y crear juntos es una forma de decir: no aceptamos que la injusticia sea ley. La paz que buscamos no es la paz de los cementerios, sino la de los pueblos vivos.

La historia nos lo recuerda sin descanso: los pueblos que pierden su cultura, pierden también su libertad. Castilla, tierra de caminos y mesetas, ha visto pasar reyes, guerras, exilios y silencios forzados. Pero siempre hubo quien mantuvo encendida la llama: el juglar que cantaba en las plazas, la abuela que transmitía refranes, el agricultor que cuidaba semillas antiguas. Hoy, la amenaza no llega solo en forma de ejército: viene disfrazada de uniformidad cultural, de entretenimiento vacío, de desarraigo.

Este festival es, por tanto, un acto de resistencia cultural. Cada artista, cada taller, cada homenaje, es un eslabón más en una cadena de memoria que nos une con quienes nos precedieron y con quienes vendrán.

 Los protagonistas del 2025


Ruth Iglesias: La urgencia de vivir

Ruth Iglesias no viene a decirnos que el tiempo pasa: viene a mostrarnos que somos nosotros quienes pasamos por él, y que la oportunidad de hacer el bien y crear belleza no espera.  Su mensaje se entrelaza con el de nuestra tierra: no postergar lo que es esencial, porque el mañana, aunque deseado, siempre es incierto.

Gustavo González: Palabra castellana como raíz

En Gustavo se unen el amor por la literatura y la defensa del territorio. Rescata la visión de una Castilla que respira en su lengua, en su historia y en su paisaje. Sus versos y reflexiones son un puente tendido entre generaciones, recordándonos que una lengua viva no es museo, sino herramienta de dignidad y soberanía cultural.

Natxo Díez y Azahara: Deseo y raigambre como brújula humana

Con Natxo Díez y Azahara el festival alcanza una hondura emocional singular. Su canto íntimo al deseo como impulso vital es una invitación a escuchar el latido que nos guía más allá de la rutina. Pero también, en versiones como “La Llorona” de Chavela Vargas, se asoma a la verdad amarga de que el amor y la pérdida son inseparables. En su voz y música hay algo antiguo, casi ritual, que nos recuerda que el arte no es evasión, sino un espejo que devuelve la imagen entera, con su luz y su sombra.


Homenaje a las socias y socios promotores de talleres

En esta edición, el reconocimiento a Rosa, Concha, Rafa, Luna Inés, Inma, Rosana y a todas las manos que sostienen los talleres de Asocastrona, es un gesto de justicia. En el montaje del  propio festival han colaborado también  Mila, Maria, Marga, May, Luis, Luna, Inés, Paqui etc. La cultura no crece de la nada: requiere lugares, tiempo, voluntades, cuidados. Ellos han hecho de esos talleres no solo espacios de aprendizaje, sino comunidades vivas donde cada persona aporta su saber, su paciencia y su creatividad.


Premio Valores 2025: Eloy Hernández

El galardón a Eloy Hernández es un mensaje claro: la juventud no es solo futuro, es presente combativo. Su resiliencia tras un accidente grave es un ejemplo de cómo la fuerza de espíritu no nace de la ausencia de dificultades, sino de la voluntad de superarlas. Este premio honra a una generación que, pese a las sombras que hereda, sigue creyendo en la capacidad humana para rehacerse.




Borja Maestre: La narrativa como orgullo rural

Borja Maestre encarna la figura del creador que se forja a sí mismo, sin renunciar a sus raíces. Su homenaje a la cultura rural de Castronuño no es un ejercicio de nostalgia, sino una declaración de actualidad: aquí, en nuestras calles y campos, pervive una gracia narrativa que es parte de nuestra identidad colectiva. Con su voz, el pueblo se cuenta a sí mismo y reafirma que tiene algo único que ofrecer al mundo. Dicho donaire narrativo estuvo también homenajeado en escena a través de Josefina Modroño y el resto de paisanos que fueron aludidos en el monólogo.

La paz como obra colectiva

Como pórtico a la velada cultural de Asocastrona, las jóvenes promesas Luna e Inés habían ofrecido interpretaciones memorables de “Imagine” y “Sólo le pido a Dios”, cargadas de emoción y autenticidad. Sus voces, aún frescas por la juventud, supieron dar nuevo aliento a himnos universales de paz y compromiso. En cada nota se percibía una fe intacta en que la música puede sembrar entendimiento y derribar fronteras invisibles. El público, conmovido, reconoció que no era sólo un concierto, sino una declaración de intenciones. Ellas cantaban para un mundo que, pese a las tensiones ecológicas y geoestratégicas, todavía puede ser más justo. La luz que desprenden estas intérpretes anuncia un porvenir fértil para la Asociación. Escucharlas es creer que la cultura sigue siendo un puente entre generaciones y naciones. Es sentir que los ideales no envejecen, sino que se renuevan con cada voz nueva. Cuando la canción se alza con sinceridad, la esperanza se vuelve contagiosa. Así, Inés y Luna nos recordaron que, incluso en tiempos convulsos, siempre habrá manos jóvenes dispuestas a sostener la antorcha de la paz. Y esa certeza es, quizá, nuestra mayor fuerza colectiva.

Este festival no pretende ser un refugio para olvidar el mundo, sino una atalaya desde la que mirarlo con claridad. La paz que defendemos no se alcanzará mientras existan pueblos sometidos, mientras el hambre y la explotación sigan dictando el destino de millones. La historia nos enseña que cada acto cultural que fortalece la conciencia es también un paso hacia la libertad. Y este año, en Castronuño, hemos dado un paso más.

















sábado, 9 de agosto de 2025

LA RUTA DE LOS HOMBRES CHOPO: CRÓNICA DE UN CIELO QUE NOS MIRA

Hay noches en que el tempo parece doblarse, como si quisiera tender un puente entre quienes fuimos y quienes seguimos siendo. Anoche, en La Rinconada, bajo la luna llena, tres amigos caminaban juntos. No eran fantasmas, sino recuerdos con cuerpo: tres jóvenes de los años ochenta, venidos desde Castronuño, Morales de Toro y Villanueva de Duero. Muchachos que, décadas atrás, subían a las eras altas de sus pueblos para par􀆟cipar, a su manera, en una liturgia que mezclaba transistor, penumbra y cielo: “Alerta Ovni”.

Aquel programa de radio —mitad carrusel deportvo, mitad ritual cósmico— cosía el mapa de España con hilos invisibles. Desde puntos dispersos, voces excitadas narraban luces inquietantes que surcaban los cielos, mientras en los pueblos, entre un silencio expectante y el calor que excitaba el corazón, las gentes miraban hacia arriba. No importaba si lo que veían eran naves, meteoros o espejismos: lo importante era mirar, participar del misterio común, saberse parte de un relato que no cabía en los libros de texto.

De ese espíritu, de esa manera de estirar el cuello para otear lo desconocido, nació —años más tarde— algo como La ruta de los hombres chopo. En sus primeras ediciones, la ruta se ha ceñido más a los hechos: la crónica precisa, el dato verificado, la huella y la fotografía. Esta edición, guiados por el ufólogo invitado Nando Domínguez*, la mirada se abre a lo que la Academia suele despreciar: la savia invisible del mundo rural, sus saberes ancestrales, la forma en que las piedras, los ríos y los árboles nos hablan cuando no hay prisa.

En el corro del diálogo, bajo el rumor de la chopera, nos atrevimos a rozar la que la ciencia misma denomina la gran cuestión:

¿Es nuestra conciencia una cárcel de hueso, confinada en el cerebro, o acaso somos receptores perpetuos, transistores orgánicos que captan y modulan señales venidas del entorno… y de más allá del tiempo y del espacio? El debate no buscó vencedores. Más bien nos convertimos en caminantes de un puente invisible, transitando entre lo comprobable y lo inefable.

Avanzando en el camino, Quique y Rosana, en su papel de cronistas atentos, fueron hilvanando los comentarios, documentando los hechos concretos como quien borda un mantel donde los bordes se desdibujan. Y en el vídeo que cada año revisamos los testimonios de los hecho narrados por César, Luis y Jaime vuelven a emocionarnos por su sobriedad y verosimilitud. No hay artificio en su relato, sino esa verdad desnuda que tienen los paisanos cuando cuentan lo que han visto sin pretender convencer.

Fernando, de Asocastrona, puso el toque ceremonial: su escultura de madera que daba la bienvenida como guardián de otro tiempo. Y hubo este año un detalle que nos llenó de la normal algarabía y la necesaria esperanza: la presencia abundante de niños.

Niños que escuchaban, que preguntaban, que miraban con ojos como planetas nuevos. Ahí está quizá la clave: que las próximas generaciones no hereden solo tecnología, pantallas, y discursos enlatados -e interesados-, sino también la costumbre de levantar la vista y preguntarse qué hay ahí fuera… y aquí dentro.

El grupo fue heterogéneo en creencias, un mosaico donde cabían escepticismo y fervor, ciencia y magia. Pero reinó siempre el respeto, como si el misterio, al ser compartido, exigiera un pacto tácito de cuidado mutuo. La noche nos regaló señales menores pero no menos sugesgesvas: el ladrido oportuno de un perro cuando el relato lo pedía, un viento que susurraba entre los chopos como si deletreara un mensaje, el reflejo rojizo de la luna sobre el río.

Y entonces comprendí que, aunque ya no estemos en 1985 ni tengamos el pelo del mismo color, seguimos siendo aquellos tres jóvenes en las eras altas. Que todavía compartimos —a la orilla del mítico Duero— ese sueño de lirio del que hablaba Machado, ese empeño obstinado en buscar sentido en las luces lejanas. No importa si las respuestas llegan o no: lo que nos salva es la pregunta, y la certeza de que, bajo las estrellas, nunca miramos solos.



*Domínguez, N. (2022). Ufología histórica de Zamora. Editorial Guante Blanco












miércoles, 6 de agosto de 2025

Poemas de una noche de verano: Castilla revive en la palabra de Antonio Machado

 En una Castilla callada, envejecida, y en apariencia dormida, aún palpitan brasas bajo las cenizas. No se apagan del todo los rescoldos de una cultura que, aunque acallada por décadas de desarraigo y desmemoria, conserva en su fondo una potencia transformadora. Desde ese aliento milenario y olvidado, la Asociación Cultural Asocastrona, en nuestro entrañable enclave vallisoletano de Castronuño, ofreció un homenaje digno, sobrio y cargado de sentido: “Poemas de una noche de verano”, un tributo a la figura de Antonio Machado, poeta del compromiso, de la hondura castellana, y de la palabra enraizada. El evento se organizó bajo el pretexto del día en el que conmemoramos el 150º aniversario del nacimiento del poeta, 26 de Julio de 1875, a sabiendas que cualquier día es grato para rememorar la grandeza de la obra  vida de Antonio Machado.

Este evento, más allá de lo estético y lo literario, fue una manifestación cívica: un acto de amor a la tierra, de afirmación cultural, de resistencia silenciosa contra la uniformización de las almas y la destrucción del paisaje humano. Porque hablar de Antonio Machado en Castilla no es repetir versos para aplacar conciencias, sino devolverle a esta tierra su espejo más alto y verdadero.

Machado no cantó la Castilla de postal. No le interesó el monumento ni el boato. Fue la Castilla del polvo, del camino, del alma profunda. La Castilla de la introspección, del maestro rural, del silencio fecundo, de la dignidad sin ruido. Y así la evocó la velada organizada por Asocastrona: como una geografía del espíritu, una raíz filosófica, un clamor contenido.

En tiempos en los que Castilla ha sido desposeída de su centralidad simbólica y reducida a “territorio vacío”, Machado se alza como un faro de dignidad. Porque fue precisamente en esta tierra —en Soria, en Segovia— donde el poeta maduró su mirada crítica, donde forjó su conciencia social y literaria, y donde supo ver, como pocos, la unidad entre paisaje, alma y palabra.

En un acto como el celebrado en Castronuño, donde se mezcla la evocación poética con la recuperación comunitaria, no se puede obviar la dimensión filológica de la obra machadiana. Su lenguaje, depurado y contenido, remite no solo a una estética, sino a una ética del decir. Frente a la palabrería vacía, Machado ofrece una palabra desnuda, trabajada con esmero de artesano, que respira en cada sílaba el pulso del pueblo.

Así lo destacaron los presentadores del evento, Rafa de la Puente y María Sotelo, quienes imprimieron al acto no solo rigor, sino calor humano. Rafa de la Puente diseño además concienzudamente durante meses la selección de textos y la coreografía del evento. María Sotelo, filóloga de formación, rapsoda apasionada y castronuñera orgullosa de serlo, brilló con luz propia. Su voz, al desgranar los versos de Machado, no solo los transmitía: los encarnaba, los devolvía a su raíz telúrica, como si cada poema emergiera de la misma entraña del Duero.

En su recitación no hubo grandilocuencia ni afectación, sino una reverencia sabia y campesina, que conectó con lo esencial del legado machadiano. María Sotelo no recita, desentierra. Y en su gesto hay una arqueología del alma que despierta algo dormido en quienes escuchan.

Los fines de Asocastrona no pueden pasarse por alto. En una comarca afectada, como tantas otras, por el éxodo juvenil, la precariedad económica y la pérdida de tejido comunitario, apostar por la cultura no es entretenimiento: es resistencia. Recuperar la figura de Machado no como monumento, sino como referente espiritual y cívico, es un acto que subvierte el relato de la derrota.

Este homenaje no fue una gala más. Fue un acto de comunión, una chispa que puede —y debe— encender nuevos fuegos. La antropología nos enseña que los pueblos no sólo se mantienen por la economía ni por las infraestructuras, sino por los ritos compartidos, por los mitos vivos, por las palabras que dan sentido. En Castronuño, por una noche, esa Castilla profunda volvió a hablar su lengua.

No es casualidad que en los tiempos de mayor vaciamiento existencial resurja el anhelo de la belleza y de lo verdadero. El arte, lejos de ser un adorno, es un instrumento de regeneración espiritual, un puente hacia lo que permanece cuando todo lo demás se derrumba. En esta clave, actos como “Poemas de una noche de verano” no son nostalgia: son semilla.

Nuestra esperanza no es conquistar a las nuevas generaciones con discursos huecos ni con tecnología sin alma, sino con raíces. Con referentes que les hablen de verdad, que les muestren que la belleza no está reñida con el coraje y que la palabra puede ser un antídoto contra la alienación. El ejemplo de Machado —y de quienes lo traen de vuelta al anfiteatro de la Muela— es una llamada.

Una llamada a crear, a leer, a recuperar el habla pausada, el pensamiento propio, el asombro ante la vida sencilla. En un mundo que corre hacia la quimera, Castronuño eligió detenerse y mirar hacia dentro. Allí encontró a Machado. Y al hacerlo, se reencontró consigo mismo.

Que vengan más noches como esta. Que Castilla no se duerma sin loar su memoria. Que la palabra siga abriendo senderos, como los de Antonio Machado, por donde aún puedan caminar los hombres buenos.














lunes, 4 de agosto de 2025

Cantando al fresco: el canto colectivo como resistencia y memoria en la España rural


En la brisa templada de una noche de verano, cuando los grillos afinan su orquesta y el cielo se oscurece tras  los matices profundos del atardecer, se alzan las voces. Voces de antaño y de ahora, entrelazadas en un tejido musical que no solo entretiene: invoca, honra y preserva. Así ha sido un año más en la cita ineludible de "Cantando al fresco", organizada con pasión y respeto por la Asociación Asocastrona. Una jornada que, además de una reunión festiva, se convierte en un acto de justicia cultural, en un ejercicio antropológico de primer orden.

En tiempos donde lo efímero rige el pulso de nuestras relaciones culturales, los cantos populares sobreviven como pilares invisibles que sostienen nuestra identidad más profunda. Lo que para algunos puede parecer una costumbre rústica y menor, para quien mira con ojos atentos, se revela como un testimonio vivo de una cosmovisión ancestral. Cantar en grupo, al fresco, no es solo cantar: es construir comunidad, evocar a los que ya no están y actualizar lo mejor del alma rural.

Es ahí donde el acto se eleva y se conecta con la labor incansable de Joaquín Díaz, cuyo repositorio fonográfico no solo ha salvado miles de melodías del olvido- algunas de Castronuño-, sino que ha demostrado que en cada copla, en cada tonada, habita una forma de entender el mundo, una pedagogía implícita de lo colectivo, lo austero, lo armónico con la tierra. Su archivo sonoro es hoy una catedral inmaterial donde habita lo mejor del patrimonio oral peninsular, y en encuentros como el nuestro, esas joyas cobran cuerpo y se hacen carne.

En nuestra noche mágica de Castronuño mencionemos a Rosana de Castro como presentadora del evento, y a  Dori, Mila o Inma etcétera, como animadoras destacadas. Mención aparte merece la participación de Quica, cuya voz no solo interpretó, sino que encarnó los ecos de la tradición. Con una delicadeza casi telúrica, su canto se alzó con una elegancia que hizo vibrar a los más jóvenes y emocionar a los más mayores. No hay técnica que suplante al arraigo, y Quica lo tiene. Su timbre parece haber nacido de los bancales secos, de las eras donde aún huele a mieses, de las cocinas de barro donde se cantaba al compás del puchero.

En un contexto muchas veces saturado de impostura estética, la voz de Quica es un acto de verdad. Exquisita en lo técnico, pero aún más en lo emocional, nos recordó que la belleza también puede ser sobria, que el arte puede nacer del corazón de un pueblo.

Y si el canto convoca a los espíritus del pasado, el baile los hace danzar entre nosotros. Agradecidos por la dedicación y rigor de la Asociación Virgen de los Aguadores de Valladolid que nos acompañaron, este año se compartió con ellos el baile tradicional de “El Palillo”, una joya del folclore que no suele  interpretarse últimamente en su versión ortodoxa. La ejecución estuvo llena de respeto por el detalle coreográfico y musical. El movimiento de pies, el giro coordinado de cuerpos curtidos por el campo y el cariño, nos recordó que el cuerpo también sabe recordar, que bailar es pensar con los pies.

La Asociación Virgen de los Aguadores no solo aportó rigor y entusiasmo, sino también una disposición que elevó el espíritu de la jornada. Son ejemplo vivo de cómo la labor asociativa puede ser motor de esperanza, investigación, comunidad y alegría.

No se puede entender la importancia de este evento sin detenerse a valorar lo que realmente se celebra. Cantando al fresco no es sólo un festival, es un homenaje. Un gesto de reverencia hacia esa civilización del mundo rural que —a pesar del olvido, del desprecio institucional y del éxodo— permanece aún como modelo alternativo de vida, lleno de virtudes a recuperar:

  • La austeridad digna, lejos del consumismo devorador.
  • La cooperación vecinal, que suplía con afecto y ayuda lo que faltaba en medios.
  • La conexión con la tierra, no como recurso que se explota, sino como madre que se cuida.
  • La transmisión oral, sin pantallas, donde aprender era observar, convivir y escuchar.
  • El trabajo con sentido, vinculado al tiempo natural, sin prisas vacías ni productividad absurda.

Desde Asocastrona no romantizamos la dureza de aquel mundo, pero reivindicamos la lucidez de sus valores y la potencia de sus formas de convivencia. En tiempos de colapso energético, de ansiedad colectiva y desarraigo, los saberes del mundo rural son más actuales que nunca.

Cada vez que nos reunimos a cantar al fresco, estamos desafiando un relato oficial que condena al mundo rural al pasado y al folclore al museo. Nuestra reunión es un acto de resistencia simbólica, una asamblea sonora que dice: “Aquí estamos. No hemos olvidado. No nos rendimos”. Y no lo hacemos por nostalgia, sino por justicia. Porque esas canciones son nuestros textos sagrados, porque nuestros abuelos y abuelas merecen ser celebrados no solo como figuras familiares, sino como portadores de una civilización compleja, rica y plena.

Nos atrevemos a soñar en un futuro “Cantando al fresco” en que podamos ver a los niños bailar, ver a los adolescentes prestar atención, ver a los jóvenes tomar nota. Las generaciones futuras no heredarán un mundo fácil, pero pueden heredar un mundo más sabio, si saben recoger lo mejor de esta memoria. Las asociaciones culturales como Asocastrona, o como la Virgen de los Aguadores, son faros humildes pero firmes, capaces de guiar esos procesos de reencuentro con lo esencial.

Invitamos desde aquí a todas las almas inquietas a unirse, a organizarse, a crear espacios de cultura popular viva. Siempre vienen bien permisos institucionales para cantar, y subvenciones para bailar, pero principalmente necesitamos voluntad, raíces y alegría.

Porque mientras sigamos cantando al fresco, el olvido no ganará. Y el eco de nuestros ancestros seguirá danzando entre nosotros.