lunes, 25 de marzo de 2019

Versos en el camino


De nuevo Asocastrona ha vuelto a poner los pies en el camino. 22 asocastronas y arrimadas hemos vivido un estupendo fin de semana de convivencia en plena naturaleza caminando hacia Santiago siguiendo el Camino de Levante en su tramo sanabrés.
Empezamos donde lo dejamos el año pasado, en el Bar El Rincón de Mayte en Requejo de Sanabria. Los primeros kilómetros de la etapa se nos hicieron un poco cuesta arriba debido a que las obras del AVE impedían el paso por el trazado del camino. Tuvimos que ir por el arcén de la carretera desde Requejo hasta Padornelo. Es una pena que nos hayamos perdido un tramo del camino que cuentan quienes lo han recorrido que es de gran belleza.
En El Padornelo hicimos parada para tomar un refrigerio, al reanudar la marcha tuvimos un  pequeño percance con una caída que no tuvo más consecuencias.
Pasamos por Aciberos y ahora sí pudimos disfrutar de un camino realmente bonito en plena naturaleza. Arroyos y regatillos corrían por todos los lados y atravesamos preciosos bosques de robles. Comimos junto a uno de los múltiples riachuelos que nos encontramos y llegamos a Lubían por un precioso paseo. Al entrar en el municipio, una calle de casas en ruinas con un encanto especial hizo que por un momento nos trasladáramos en el tiempo.
Nos hospedamos en Casa Irene y Bar Javi, dos alojamientos rurales de calidad altamente recomendables. Tras instalarnos y descansar un rato, salimos a pasear por el pueblo de Lubián (lobo) y a tomar unos refrigerios, todo a precios muy populares. A las 20:20 nos juntamos en una de las plazas del municipio para observar un fenómeno tan inusual como friki. Resulta que a esa hora un satélite espacial entraba en la atmósfera y allí estaba Asocastrona para verlo, vivirlo y contarlo. Puntual como un reloj el objeto volador, del tamaño de una estrella, apareció ante nuestros ojos para cruzar el cielo ante nuestra supervisión. Los de Castronuño nos estamos especializando en la observación de naves y otros aparatos espaciales.
Tras la cena en el Bar Javi, tuvimos un momento galdarro muy especial. Dos integrantes de la expedición, Daniela y Regina, quintas de este año en Castronuño, nos echaron el verso ataviadas de mantón y sombrero. Por cierto, ¡este año salimos en Los Versos! Y es que Los Versos de los Quintos siempre son un motivo de disfrute y una seña de identidad de las castronuñeras.
Al día siguiente, comenzamos la ruta tras dar buena cuenta de los suculentos desayunos con los que nos deleitaron en Casa Irene y Bar Javi. Pronto llegamos al Santuario de Tuiza, bello lugar con una bonita iglesia y una zona recreativa junto a la confluencia de dos ríos. Lástima del enorme viaducto que han construido junto al monumento.
Durante toda la etapa atravesamos parajes de belleza infinita. Caminamos sobre el cauce del rio en la subida a una montaña boscosa, por caminos de piedras, agua, y barro cubiertos por la hojarasca mientras los árboles nos protegían del sol que brillaba en lo alto. A cada paso el paisaje ofrecía vistas y rincones espectaculares para disfrute de nuestras retinas y deleite de nuestros sentidos.
Durante un pequeño rato estuvimos perdidos en un bosque de robles y pinos en el que el camino se difuminó. Permanecimos juntos buscando el buen camino hasta que nos reencontramos con las flechas amarillas.
Entramos en Galicia, pasamos por los municipios de A canda y Vilavella, donde hicimos parada en el Bar On, un establecimiento cuanto menos interesante.
Comimos en O Pereiro. Un grupo lo hizo en un bonito área de descanso junto a la iglesia y otro en un bar que estaba a 1 kilómetro del camino, al final de una interminable cuesta arriba. Felipe II mandó colocar un ladrillo de oro en lo alto de la Torre más alta de El Escorial para demostrar que iba sobrao de dinero. Nosotros decidimos recorrer 2 kilómetros de más para demostrar que íbamos sobraos de fuerzas, es lo que tiene ser más chulos que “El Punteras”.
Tras la comida, continuamos la ruta. Llegamos a A Gudiña a media tarde, momento de tomar un refrigerio, rememorar las anécdotas más interesantes del fin de semana y pensar en la próxima etapa que ¿podría ser en noviembre?

Regresamos a nuestras casas con la mochila llena de vivencias y una extraña sensación de melancolía maridada con dolor de piernas. El camino ya nos echa de menos… y nosotras a él. 
¡Galicia, volveremos pronto!




     











martes, 5 de marzo de 2019

FIESTA DE LOS QUINTOS EN CASTRONUÑO



En Castilla la fiesta de “los quintos” tiene su origen en una ordenanza de Carlos III, en la cual indicaba que uno de cada cinco mozos de España (un quinto) en edad entre los 16 y los 40 años debía dedicarse a la vida militar y trabajar para el rey . El sorteo se realizaba en la primera semana de enero por el reclutador militar que acudía a los pueblos para seleccionar a los mozos, que durante 8 años debían de atender al servicio militar y así abandonar a sus amigos, familia, novia…
Eso significaba que varios jóvenes hijos del pueblo lo abandonaban y quizás para siempre, debido a ello se creaba una hermandad entre ellos pues aun desconocían su destino y si se quedarían en el pueblo o tendrían que abandonarlo para ir al servicio militar.
En tiempos pasados pero mas recientes que a los que se refieren los párrafos anteriores, nuestros padres y abuelos celebraban esa fiesta con la misma esencia y si bien igualmente tendrían que abandonar sus hogares, ya el tiempo de servicio militar se acotaba entre 1 y 2 años según las leyes de la época.
Actualmente y una vez suprimido en el año 2001 el servicio militar obligatorio en nuestra legislación, las mujeres se fueron incorporando a una fiesta que ya carece de los miedos e incertidumbres de tener que abandonar obligatoriamente a los suyos y ahora se traduce en un ritual de paso a la mayoría de edad y una presentación en sociedad en modo de versos que les componen en la mayoría de veces vecinos del pueblo especializados en estas lides.
El gallo actualmente se ahorra el paso intermedio entre el corral y la cazuela para bien suyo, de “quintos” y de los presentes en el ritual de “correr las cintas”, unas cintas de colores unidas a un avión que una vez arrancadas por los “quintos”, irán destinadas a favorecer a familiares, novias y amigos especialmente queridos, los cuales las guardaran en un lugar especial de su hogar y siempre les recordara a la persona que se la regalo y el momento en el que lo hizo.
¿QUE SERIA DE UN PUEBLO SIN SUS TRADICIONES?… Afortunadamente Castronuño las conserva ya se llamen Águedas, palillos, quintos o las que no me vienen a la mente en estos momentos.
La tradición en las casas de los “quintos” en estos días pasaba por el convite a los vecinos a tomar una pasta y un refresco y hoy día quizás y por el afán de cumplir con todos, esos convites modestos en su día se han convertido en no tan modestos. Castronuño en “quintos” es sinónimo de cohetes, charangas, comidas, versos, gallos y mucha fiesta entre familiares y vecinos.
En Castronuño la función del “quinto” o “quinta” no termina estos días, sino que continuara con la plantación del mayo y su protagonismo como reyes y reinas en las fiestas patronales de San Miguel.
“He dicho señores”… un saludo a todos.