lunes, 30 de enero de 2017

Conociendo nuestro entorno

Casi un año después de nuestra primera visita a Nava del Rey, decidimos volver a este pueblo vecino para completar así nuestro conocimiento del mismo y de su abundante patrimonio.

Una vez recibidos por José Manuel, el técnico de turismo de la localidad, hombre amable e informado donde los haya, comenzamos nuestra visita descubriendo un curioso lugar, el “Cementerio Viejo” de la localidad, que nunca llegó a desempeñar tal función. Hoy  en día, su ermita se utiliza para albergar la imagen del Cristo del Trabancos, que cuenta con el fervor de los locales. La curiosidad de este sitio, más aún para unos amantes de lo natural como somos los integrantes de Asocastrona, es que te recibe con un gran jardín lleno de olivos que fueron plantados con la finalidad de salvar este lugar de la voracidad de la burbuja inmobiliaria.
La visita siguió su itinerario y nos llevó a una construcción civil, el Pozo de la Nieve, redescubierto no hace muchos años. Esta edificación fue una antigua empresa dedicada a la venta de hielo para aquellas personas de cierto nivel adquisitivo que podían permitirse comprarlo. Con ese hielo, conseguirían pasar los rigores del  caluroso verano castellano y  refrigerar así sus bebidas y alimentos. ¿Qué de dónde sacaban la nieve? Pues la traían de la sierra salmantina en carros y luego la mimaban entre  capas de paja para prolongar su conservación.
La mañana transcurría interesante e ilustradora, y aún nos quedaba más, tercer destino: Tonelería Burgos. Esta vez fue el propio tonelero de tercera generación quien nos descubrió el mundo de los toneles y su importancia en el proceso de elaboración de un buen vino. Pudimos comprobar cómo se hacía un tonel en todas sus fases, desde la agrupación de las duelas bajo un primer aro, hasta su embalaje para su venta posterior. Juan Antonio, el afable  maestro tonelero, resultó ser, no sólo un artesano conocedor de su oficio a la perfección y enamorado de su trabajo, sino también un librepensador que nos descubrió el origen de la frase “a ojo de buen cubero”, un montón de vocabulario relacionado con su oficio, como: barrigal, tercio, testero, encamar los aros, es decir, doblarlos y por último, una frase lapidaria: “Quien se dedica a lo que le gusta no tiene que volver a trabajar”. Una visita de lo más amena.
Tras el avituallamiento, el programa de la tarde nos llevó a la iglesia de los Santos Juanes, con su temperatura heladora, para deleitarnos una vez más con un buen concierto de música barroca en su órgano recientemente restaurado.

En resumen, un bonito día aprovechado al máximo. Gracias a nuestros guías y a los socios y socias de Asocastrona por hacer de esta jornada un día de lo más interesante.