domingo, 13 de marzo de 2022

Un bonito día de convivencia con la asociación amiga El Alcornocal

 

Esperábamos con ilusión el día en el que poder corresponder la hospitalidad a nuestros amigos de la asociación El Alcornocal de Foncastín, y ese día llegó. Se presentó con un sol poco generoso que solo nos acompañó a corros y a ratos a lo largo de los enclaves por los que fuimos transitando, pero no arredró nuestra buena disposición.

El encuentro en la plaza del pueblo nos reunió a 39 amantes de la naturaleza. Nuestra propuesta fue visitar lugares del casco urbano con un significado histórico-cultural y por espacios abiertos al horizonte, para goce de los sentidos en sus distintas vertientes.

La Fuente del Caño nos trasladó a comienzos del siglo pasado y a la más cercana actuación de limpieza que realizamos desde Asocastrona por la cual volvió a discurrir tímidamente el agua de su regato.

La siguiente parada fue otra fuente, de obra más reciente, ubicada en el Ajuntadero y dedicada al Camino de Santiago. En esta fuente podemos contemplar tres esculturas de la artista Castronuñera María Acosta. Nos asombra recordar que, en años no tan lejanos, en este lugar se reunía el ganado para salir a pastar y, a su regreso, cada animal se dirigía a su casa sin necesitar guía.

Los siguientes puntos a visitar fueron los edificios más nobles: la puerta de la casa del comendador (actual entrada a la panadería) y la Casa Consistorial. Continuando la subida por la calle Real se hizo mención a la existencia de un Hospital de peregrinos a la altura del número 94.

Llegamos a la plaza de los versos, en la que un mural de azulejos conmemora el momento más emotivo y festivo de cada quintada: echar el verso el domingo gordo de carnaval ante una acogedora y curiosa congregación de vecinos y forasteros.

Antes de iniciar el camino por la senda de los almendros saludamos a los monitores de la Casa del Parque y disfrutamos del recital de Valentín, poeta local siempre dispuesto a mostrar, con sencillez y amabilidad, su amor por Castronuño desde el mirador de La Muela.

El descenso entre los almendros nos regaló el suave aroma y el delicado rosa de sus flores. Entre cigüeñas, somormujos, azulones, cormoranes y conversaciones, recalamos en los bancos junto a la caseta de los pescadores. Allí desplegamos las viandas, a cuál más sabrosa, y compartimos planes sobre las más próximas actividades organizadas por cada asociación, quedando mutuamente invitados a participar en ellas.

Aprovechamos este momento más formal para hacer entrega a los socios de El Alcornocal de un cuadro especialmente realizado por nuestra socia, otra artista, Concha Fernández, en recuerdo de esta jornada en la que hemos estrechado lazos y alimentado el ánimo de darnos fuerzas recíprocamente.

Aunque fluía el calor de la amistad, el caprichoso día se nublo y levantó un viento frío. Decidimos recoger el almuerzo y seguir caminando para buscar amparo en alguna bebida reconstituyente.

Ante la escurridiza huida del Sol, terminamos el encuentro en la iglesia románica de Santa María del Castillo, en otros tiempos lugar de reunión y acogida de los miembros de la orden de San Juan. Esta circunstancia nos brinda una excusa para volver a vernos otro día: hay que repetir con mejor clima.