La mañana amaneció fresquita, pero iniciamos la excursión con ganas de compartir un buen día visitando el Museo de las Villas Romanas Almenara-Puras (MVR) y el Palacio del Caballero de Olmedo.
El museo MVR nos acogió con un vídeo introductorio que nos
situó en el contexto histórico, geopolítico y cultural de la época romana del
siglo IV.
… Y, “aparte de los acueductos, el alcantarillado, la
sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras
y los baños públicos, ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?” … (La vida
de Brian). Ya sabemos que muchísimas otras cosas. Y en el museo nos enseñan
algunas de ellas, como por ejemplo que los bikinis ya los usaban las mujeres
para entrar en los baños públicos.
Su exposición permanente trata sobre la estructura social, el
aprovechamiento y disfrute de la naturaleza, sus creencias, algunas profesiones
y las actividades de ocio como el teatro o recitales musicales y poéticos. Es
reseñable que por entonces entendieran el ocio como un momento para el
desarrollo de las virtudes personales. Tuvimos la suerte de encontrar una
exposición temporal dedicada a “La salud en la antigua Roma”, con réplicas
artesanales de instrumental médico de esa época, comisariado por Juan Melchor.
El final de esta exposición es la puerta de entrada a la
nave que alberga los restos arqueológicos. Muestran la distribución y ornamento
de las estancias según fueran públicas o privadas. Desde unas pasarelas
elevadas se puede admirar la complejidad de los mosaicos y el sistema de
calefacción (lo que por estos lares conocemos como “la gloria”) que, a su vez,
caldeaba el agua de las termas.
De entre los mosaicos, destacan dos: una escena mitológica
protagonizada por Pegaso que decoraría con mucha probabilidad una estancia
destinada a eventos sociales; y otro, unos peces y decoración vegetal en el
suelo de una piscina para que diera la sensación de estar sumergido en las
aguas vivas y naturales de algún arroyo.
Para terminar la visita a este museo, entramos en la reproducción a escala de una casa romana tipo. La verosimilitud de los detalles en sus estancias le han valido para ser el escenario escogido de la serie titulada “El corazón del Imperio”, en la que actúa Aitana Sánchez Gijón.
Desde allí, nos trasladamos a otra época algo más cercana a
nuestros tiempos de la mano de Lope de Vega; primera mitad del siglo XVII. El
Museo Palacio del Caballero de Olmedo nos va guiando, a medida que avanzamos
por sus salas, por el contexto en el que se creó esta obra de teatro: la
Castilla convertida en imperio con el descubrimiento de América; que vivía su
siglo de oro de las letras, en el que Lope de Vega rivalizaba con Quevedo en
los corrales de comedias y teatros; historias de duelos entre caballeros por
honra y poder escondidos entre visos de amor por una dama. Los audiovisuales
requieren que las salas estén a oscuras, por lo cual aconsejamos ir provistos
de algún artilugio que brinde un poquito de luz para tener mayor sensación de
seguridad al moverse de una estancia a otra.
Justo a la salida de este museo nos encontramos con la
Corrala de Comedias donde se celebra el Festival de Teatro Olmedo Clásico.
Merece la pena echarle un rápido vistazo e imaginarse allí sentado disfrutando
de uno de sus espectáculos.
Comimos en Los Marinos, un restaurante de comida y trato
estupendos que nos proporcionó calor para continuar la excursión esa tarde.
Quedamos con Carlos Esteban, Esther y Mariano, integrantes
del colectivo Cultivando Olmedo. Gracias a su inagotable conocimiento y
hospitalidad, aprendimos mucha historia y curiosidades de la villa. Comenzamos en
la Iglesia de San Miguel, que alberga en sus entrañas la Cripta de la Soterraña.
El conjunto es un ejemplo magnífico de mezcla de estilos digno de visitar por
su excepcionalidad. Puede resultar sorprendente encontrar en la nave de entrada
un sepulcro decorado con símbolos típicos de las culturas islámica, judía y
cristiana, que hace patente la convivencia de las mismas en tiempos de su
creación.
Pudimos contemplar algunas tallas utilizadas en los pasos de
Semana Santa, guardadas temporalmente en esa iglesia mientras se realizan obras
de conservación en su sede habitual.
Abandonamos el acogimiento en sagrado y emprendimos camino
hacia las calles y plazas pasando bajo el Arco de San Miguel, contiguo a la
iglesia del mismo nombre que acabábamos de abandonar. Es una de las siete puertas
de entrada que había en la muralla, de las cuales actualmente solo se conservan
dos.
Calle San Miguel abajo, en su cruce con las Cuatro Calles,
se ha construido una casa de factura moderna que ha adosado un arco de un
monumento antiguo, gracias a lo cual el arco sigue existiendo.
Al salir de la calle San Miguel y entrar en la calle
Buenavista, nos encontramos con la Gran Posada La Mesnada, casa solariega
construida hacia el año 1517, albergue testigo de muchos actos de la alta
sociedad.
Un poco más adelante, llegamos a la plaza de San Julián,
donde se encuentra el Museo Palacio del Caballero de Olmedo. Carlos nos ofreció
su particular versión de los hechos que inspiraron la creación de la susodicha
obra de teatro y su coplilla.
Finalizamos el recorrido en la fachada de la Iglesia parroquial
de Santa María del Castillo.
Volveremos, pues nos han quedado muchas cosas que ver e
historias que escuchar.
Obsequiamos a los guías anfitriones con algunos productos
galdarros: molletes, miel y vino, como detalle de agradecimiento y prueba de
amistad.
Por supuesto, quedan invitados a visitar nuestro pueblo con
la misma cortesía que nos han ofrecido ellos.
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