Cada etapa ha tenido sus ratos buenos y sus momentos de
dificultad, pero siempre, al finalizar las diferentes etapas, cada uno de
nosotros interioriza la experiencia y la resume así: ¡ha merecido la pena!
El sábado 22 de Abril comenzó esta nueva avanzadilla en
nuestro objetivo final, Santiago de Compostela. A las 8:30 nuestro autobusero favorito,
Eugenio, de Autocares Benito, estaba en la plaza para llevarnos a destino. El
pueblo zamorano de Tábara sería el lugar donde daría comienzo nuestro camino en
esta nueva fase, puesto que fue allí donde finalizamos en la etapa anterior. El
buen humor y las ganas de afrontar esta nueva aventura se respiraban en el
ambiente. Los nuevos fichajes, ilusionados y preocupados por si sus fuerzas no
eran suficientes. Los veteranos, temerosos de lo que les esperaba porque ya sabían
de los pesares físicos que el camino depara, pero igualmente ilusionados.
Tras los 13 primeros kilómetros llegamos a Bercianos de
Valverde, un pequeño pueblo en el que, ante nuestra inminente llegada, un
vecino fue en busca de la encargada del bar de la asociación local, quien lo
abrió para nosotros y allí repusimos fuerzas para recorrer los 7 kilómetros
restantes. En esta segunda parte del día atravesamos jarales inmensos que perfumaban
el camino a nuestro paso y lo decoraban con sus bonitas flores blancas en forma
de huevo frito.
DOMINGO 23 DE ABRIL, DÍA DE CASTILLA Y LEÓN.
Los primeros kilómetros nos llevaron a descubrir frondosas
choperas junto a la vega del río Tera, que con su sombra hacían muy llevadero el
camino. Al llegar a la zona de recreo la Barca, nos perdieron las indicaciones erróneas
de unos vecinos de la zona y perdimos las flechas amarillas durante al menos 6 km.
Estábamos en el margen equivocado del río. Aún así, y pese al pequeño rodeo que
nunca gusta, recorrimos un tramo muy bonito a la misma orilla del Tera. Gracias
a la amabilidad de unos pescadores y un guarda forestal, reconducimos nuestro
camino. Llegamos a Calzada de Tera, cruzamos el río y nos reencontramos con las
flechas amarillas en Calzadilla de Tera. Desde allí, caminamos 2 km más hasta
Olleros de Tera. Enfilamos al restaurante El Torero, donde comimos y con
nuestros cánticos, hicimos nuestro particular homenaje a Padilla, Bravo y
Maldonado. También llegaron las primeras bajas. Las ampollas y el cansancio
empezaban a hacer mella.
El último tramo de la etapa se desarrolló por un monte
cubierto de flores multicolor hasta casi llegar a Rionegro del Puente, donde
todos nos volvimos a reencontrar y pudimos disfrutar de un refresco
reconstituyente antes de dar comienzo al viaje de vuelta a Castronuño.
En resumen: caminamos, disfrutamos del entorno, subimos montañas,
atravesamos valles y cruzamos ríos, el sol brilló y calentó, nos perdimos, nos encontramos, aparecieron
las ampollas y el cansancio, compartimos viandas, nos picó una avispa (o
similar) roncamos, conversamos, convivimos,…Otra experiencia inolvidable de la
cual, la lectura común fue que repetiremos. Próxima parada: Rionegro del
Puente- Puebla de Sanabria.
Al llegar a la plaza de Castronuño, nos despedimos con el
grito de guerra que había animado nuestras fotos de grupo a lo largo de estas
dos etapas del Camino: ¡¡¡¡ Castronuño todos juntos!!!! Toda una declaración de principios.
¡Castronuño, todas/os juntos/as! |
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