Un años más, un grupo de 19 asocastron@s y amig@s volvimos a juntarnos para poner de nuevo nuestros pasos en el Camino de Levante. Durante dos días, 21 y 22 de abril, hemos realizado el tramo comprendido entre Rionegro del Puente y Requejo de Sanabria, en la provincia de Zamora.
Cogimos el autobús a las 8:00 de
la mañana en la Plaza de la Constitución de Castronuño. Dos horas después, tras
tomar un café en la localidad de Rionegro del Puente, comenzamos a caminar. Esther
y Macu, encargadas del coche escoba, tenían la misión de ser el “ángel de la
guarda” del resto. Al poco de avanzar en nuestro peregrinaje, pudimos comprobar
que las lluvias del último mes habían inundado buena parte de este primer tramo
de la etapa que debía de llevarnos a Monbuey. Debido a las condiciones del
terreno, decidimos salirnos del camino y caminar por una carretera que nos
llevó a Santa Eulalia del Rio Negro. Una vez allí un amable paisano nos orientó
en la dirección correcta para llegar a Monbuey por un camino vecinal sin
flechas amarillas, pero también sin agua.
Durante toda la etapa el tiempo
nos acompañó. El cielo nublado propició una temperatura muy agradable para
caminar, y pese a que un par de veces la lluvia amenazó con hacer acto
presencia, finalmente no tuvimos que enfundarnos en nuestros chubasqueros.
Pasadas las 16:00 horas llegamos a Asturianos, lugar en el que habíamos
programado el fin de etapa. A la entrada del municipio, como si nos estuviera
esperando, estaba el párroco del lugar, que muy amablemente nos invitó a
visitar el interior de la iglesia-ermita.
Con el fin de etapa, llegó el momento de reponer fuerzas y dar cuenta de
las ricas viandas que habían realizado la ruta ocultas en las mochilas. La zona
verde en las inmediaciones de la ermita se convirtió en el improvisado comedor
y en la zona de descanso.
Comenzaba el momento de trabajo
para el coche escoba, que debía de realizar varios viajes a Puebla de Sanabria
para desplazarnos a todos hasta el lugar donde habíamos contratado el
alojamiento, Albergue Casa Luz. En Asturianos y en otros pueblos de la etapa
nos fue imposible encontrar lugar de hospedaje para 19 personas.
Mientras Esther echaba viajes a
Puebla trasladando peregrinos, el grupo que aún quedaba en Asturianos visitó la
otra iglesia del pueblo y tomó un café en el Bar de Carmen, una mujer que nos
contó divertidas anécdotas y que quedó en abrir el bar a la mañana siguiente
para que pudiéramos desayunar antes de comenzar la segunda etapa.
En Puebla nos alojamos en cuatro
habitaciones del Albergue Casa Luz, una para siete personas en la planta baja,
y tres de cuatro personas en la planta alta. Además de nuestro grupo, en el
albergue se alojaban otros peregrinos.
A la mañana siguiente el grupo se
separó. Siete peregrinas volvieron a Asturianos para continuar la ruta donde la
habían dejado el día anterior. El resto del grupo visitó Puebla de Sanabria con
más detenimiento para juntarse al grupo de las siete al paso por Puebla y
continuar todos caminando hasta Requejo de Sanabria.
Pero el día prometía desde el
minuto cero. Cuando el grupo de las siete y Esther, la chofer, quiso salir del
Albergue, se encontró con que las puertas del mismo y las de la planta de
arriba estaban cerradas con llave, de forma que un grupo quedó encerrado en la
planta alta y otro en la baja. Hubo que llamar por teléfono para que alguien
que tuviera llave fuera a abrir. Cuando pedimos explicaciones nos dijeron que
unos trabajadores del dueño del albergue habían dormido en otra habitación de
la planta alta y que cuando entraron cerraron todas las puertas con llave… ¡y
eso que les habían dicho que no lo hicieran! Por suerte quedó en otra anécdota
más de nuestro cuaderno de bitácora. ¡Lo que son las cosas! la noche antes
preocupados por no quedarnos fuera del albergue y al amanecer, preocupados por
no poder salir de él.
El grupo de andarinas llegó a
Asturianos con el coche escoba y se dirigió al bar de la amiga Carmen, la cual se
encontraba todavía bajo el influjo de Morfeo, pese a haber quedado en abrir el
bar para servir los desayunos. A los 15 minutos de llamar bajó a abrir su
marido, que parecía no tener un despertar idílico.
Este grupo caminó los 14
kilómetros que separan Asturianos de Puebla de Sanabria entre tramos de
bastante dificultad por la cantidad de agua que presentaba el camino.
El grupo que quedó en Puebla,
menos madrugador, dio un paseo por las preciosas calles de esta antigua villa y
realizó una visita al castillo.
Llegamos a Requejo y lo primero
que nos sorprendió fue que los habitantes del pueblo tenían acento gallego y
falaban ese “idioma” típico de la zona, mezcla de castellano, gallego y
portugués. Comimos en la terraza de un
bar junto al ayuntamiento, lugar donde pasamos un rato de asueto que sirvió
para reposar la comida y mitigar el cansancio mientras comentábamos las mejores
jugadas de la caminata. Allí nos recogió el autobús que nos trajo de vuelta a
Castronuño. En la plaza del pueblo tuvieron lugar las despedidas y dentro de
cada uno de nosotros surgió de nuevo la añoranza de volver a poner los pies en
el camino, de volver a encontrarnos y disfrutar del aire, del agua, del sol, de
la tierra y de nosotros mismos. Un grupo variopinto de personas estupendas que
han sabido conectar y encontrarse los unos a los otros en el camino, haciendo
de la convivencia el leitmotiv de nuestro peregrinar por el Camino de Levante.
Próxima estación: Requejo-Lubián,
Lubián-A Gudiña. Como el tren de Andrés do Barro nos adentraremos en tierras
gallegas “O tren que me leva pola beira do Miño, me leva e me leva polo
meu camiño. O tren vai andando pasiño a pasiño, e vaime levando
cara o meu destiño”.