Hoy domingo 26
Los quintos ya están aquí
Montados en los caballos
Para poderse lucir.
Con sus vistosos mantones
Punzón y sombrero en alto
Nos harán pasar la tarde
Entre risas y algún llanto.
Lo que os depare la vida
Sea como esta jornada
Alegre, feliz, intensa
Sintiendo cada mañana.
Desde Asocastrona, este es
nuestro pequeño homenaje a Diego, Cristian, Juan, Yanire, Alberto, Carolina,
Marina, Andrea y el otro Cristian (el pequeño en edad, Carra para los
amigos). Los hemos visto crecer y en un suspiro ya son QUINTOS, con todo lo que
eso conlleva para los castronuñeros.
Nada que ver, con el origen de la
palabra. Allá por el siglo XV, se impuso la obligatoriedad de sustentar el
ejército de un buen número de soldados, de tal forma que uno de cada cinco
mozos mayores de edad, se incorporasen a filas. Al tratarse de un sorteo en el
que se escogía una quinta parte de los muchachos elegidos se les comenzó a
llamar “Quintos “, y de ahí, se utilizó el término para todos aquellos que
realizaban el mismo año el servicio militar, y en consecuencia tenían la misma
edad.
En la actualidad, y con la
desaparición del servicio militar obligatorio hemos equiparado al “quinto” con
el muchacho que cumple su mayoría de edad.
Antaño, se hacían “hombres”
cuando iban a la “mili”, hoy, en Castronuño se convierten en adultos cuando
hacen los quintos.
Y, efectivamente así es, porque
hace falta arrojo y valor para subirse a un caballo (todo el invierno
aprendiendo a montar), “echar el verso” ante un pueblo expectante en Carretejar, con
la temperatura propia del febrero castellano, y correr las cintas, cuando la
mayoría solo dominan ligeramente la
montura.
Son momentos de nervios, olvidos
de estrofas, sustos con los caballos, miradas cómplices entre padres, hermanos, amigos y de los gritos de “echa un trago valiente” cuando
al mozo se queda con la mente en blanco.
Casi de repente, sin darnos
cuenta, después del coraje que han demostrado se han convertido en adultos, sin
solución de continuidad ya que cuando en lo sucesivo se hable de ellos, se dirá
“si, ya fue quinto", ya no es un niño.
Nosotros, los galdarros, bien
sabemos en qué consiste la fiesta, en la que los protagonistas son ellos, pero
de la que participa toda la comunidad.
Me extenderé en describirla, (no
desde el punto de vista de la tradición,
sino más bien desde la óptica de los
protagonistas y sus familias), ya que, aunque sobradamente conocida , siempre
habrá algún “forastero” que se pregunte por el cómo, y el cuándo.
Todo comienza el viernes, previo
al carnaval, con un baile de disfraces,
este año, el motivo son los “80”.
El sábado se celebra la
tradicional cena exclusivamente de
quintos, en donde entre risas y chascarrillos, cada uno dirá su verso (celosamente guardado hasta entonces) sólo a sus compañeros de quintada, para
acabar la velada con un baile al que está invitado todo el que quiera asistir.
Así llega el famoso Domingo de
Carnaval, “Domingo Gordo”, momento
álgido de “echar los versos” (en Castronuño los versos no se recitan, ni se
dicen, simplemente se echan), y correr las cintas.
Todos, ya más tranquilos,
seguirán la fiesta, y ahora sí, es alegría. Los quintos recorrerán el pueblo
acompañados por la música, parando en los bares donde los propietarios invitan
a los quintos. El resto del pueblo (porque va todo el mundo) a tomar “el
refresco” a las casas de los protagonistas, donde los padres habrán preparado
un ágape para obsequiar a familiares y amigos. Se da la circunstancia que en
multitud de ocasiones hay que pasar por varias casas, pues rara es la persona
que no tiene algún familiar o amigo que lo celebra.
Son momentos tan emotivos tan
entrañables, que no existen palabras que los definan, sencillamente hay que
vivirlos. Como madre de quintos (hace
algunos años, no tantos), aún me emociono al recordarlos.
Y ese lunes de carnaval, ellos,
que ya se creen grandes, en realidad lo son, buscan y quieren la compañía de
sus familias, existe una complicidad increíble , cuando se recorren las casas
de cada uno de ellos, se come, se bebe, se baila, siempre acompañados por una
charanga, y cada mozo vuelve a echar el verso en su casa, ya no hay tensión,
solo felicidad y alegría sana. Aunque es una jornada especialmente familiar, este día los quintos conviven con todos aquellos que quieran acompañarlos, .
Esto es así, cada año, pueden
cambiar los detalles adecuados a los tiempos,
por supuesto cambian los protagonistas, pero la esencia se mantiene.
En definitiva, cuatro días en los
que prima la convivencia, la armonía, la solidaridad, en los que se vuelca todo
un pueblo para que ellos, LOS QUINTOS, se sientan ÚNICOS.
Un sentimiento que perdurará toda
la vida. Con el paso de los años, siempre se dirá: Si…es quinto mío.
Unas fechas que todos tenemos la
responsabilidad de transmitir y hacer que perdure. En ello estamos, y… creo que
se está consiguiendo.
VIVAN LOS QUINTOS
DEL 17